Siglos XVII y XVIII
Durante los siglos XVII y XVII, los audífonos "trompetilla" eran populares. Anchas en un extremo para recoger el sonido, y estrechas en el otro para dirigir el sonido amplificado al oído, las trompetillas estaban hechas de cuerno animal, concha marina y cristal. Posteriormente, se utilizaron metales comunes como el cobre y el latón. Los audífonos estilo trompeta fueron moldeados en varios estilos, dependiendo de la preferencia del cliente y el grado de hipoacusia. Ludwig van Beethoven fue uno de los más notables aficionados a estos audífonos.También durante el siglo XVII se descubrió la "conducción ósea". Este proceso transmite vibraciones de sonido al cerebro a través del cráneo. Se colocaron pequeños dispositivos en forma de abanico detrás de los oídos para recoger las vibraciones de las ondas sonoras y dirigirlas a través de los pequeños huesos detrás de la oreja.
Siglo XIX
Durante el siglo XIX comenzaron los esfuerzos para ocultar los audífonos. Aunque todavía bastante grandes, los audífonos se diseñaron para ser accesorios decorativos e integrarse en collares, diademas, peinados y ropa. A veces se cubrían con esmalte de color carne o del color del cabello. Algunos intentaron esconderlos en barbas. Los miembros de la realeza tenían audífonos en sus tronos. Tubos especiales se incorporaron en los apoyabrazos para recoger las voces de los visitantes arrodillados ante el trono. Las voces se canalizaron en una cámara de ecos especial y se amplificaron. El sonido emergía de una apertura cerca de la cabeza del monarca, sin que nadie lo notara.También en el siglo XIX, se introdujeron tubos para los oídos. Un extremo se sujetaba a la boca del orador, y el otro se colocaba directamente en el oído del oyente. No muy sutil, pero bastante eficaz.
Siglo XX
A principios del siglo XX, el advenimiento de la electricidad, junto con el trabajo de Alexander Graham Bell en el teléfono, dio paso a una "nueva generación" de audífonos que amplificaron electrónicamente el sonido a través de un micrófono de carbono y una batería. Estos audífonos se llevaban alrededor del cuello y eran unas cajas incómodas que contenían cables visibles y una batería pesada que solo duraba unas pocas horas. A veces incluso se llevaban "paquetes de baterías" más pesados en el cuerpo para alargar la vida útil del audífono.Afortunadamente, la miniaturización de la batería llegó pronto, reduciendo drásticamente el tamaño del audífono. En la década de 1950, la invención del transistor cambió totalmente la tecnología de los audífonos. Un transistor es simplemente un interruptor con dos posiciones: encendido y apagado. Combinando varios transistores, se obtienen más combinaciones de interruptores de encendido/apagado, lo que se traduce en un mayor número de funciones. De hecho, los transistores se usaron en los audífonos dos años antes de que se usaran en las radios de transistores.
Al hacer los transistores de silicio, los audífonos volvieron a reducir su tamaño. Primero se convirtieron en "ayudas corporales", y luego en instrumentos para el oído que se usaban detrás de la oreja, en la oreja o, en última instancia, dentro del canal auditivo.
A mediados de los 90, dominó la tecnología de los audífonos digitales. Los circuitos digitales permitieron que el sonido se amplificara, redujera, filtrara y dirigiera, según las necesidades. Los programas de audífonos pueden personalizarse según el estilo de vida del usuario: amplificación suave para entornos domésticos silenciosos, amplificación dirigida de voces en restaurantes, disminución del ruido del viento en el campo de golf, etcétera. La programación digital incluso ayudó a eliminar el feedback.