Tanto si la pérdida de audición ocurre de forma gradual o repentina, acostumbrarse a vivir con ella no es fácil. Afecta al equilibrio, hace difícil seguir las conversaciones y causa fatiga mental y física. Todo ello puede llevar al aislamiento social, la ansiedad e incluso la depresión, así como a un empobrecimiento general de la salud.
Si la hipoacusia ha sido diagnosticada, el primer paso para tratarla puede ser simplemente aprender más sobre ella. Sin embargo, es clave comprender que, al contrario que otros problemas comunes de salud como la artritis o las enfermedades coronarias, la pérdida auditiva puede mejorarse de manera inmediata.
¿Qué esperar de un estudio auditivo?
Obtener el diagnóstico adecuado de la mano de un profesional de la audición es primordial cuando se trata de mejorar la audición. Un estudio auditivo común es una prueba sencilla y cómoda:
- En primer lugar, el audioprotesista revisará físicamente los oídos.
- Después, charlareis acerca de las situaciones en las que notas que la pérdida de audición te afectan más.
- A continuación se evaluará tu nivel de audición mediante la realización de una audiometría. Esta prueba es similar a la de una revisión oftalmológica, pero en vez de ver series de letras y números, se te pedirá que escuches unos tonos suaves e indiques cuáles puedes oír. También escucharás y tendrás que repetir ciertas palabras para determinar tu nivel de comprensión del habla.
- Los resultados de la prueba se representan en un audiograma.
- Si tienes pérdida de audición, el audioprotesista te informará sobre los audífonos que encajan con tus necesidades particulares y te recomendará el más adecuado para tu caso.
Tu audioprotesista puede ayudarte a disfrutar de una vida más intensa, plena y satisfactoria, así que no malgastes un solo día más luchando para conectarte a todo lo que te importa en la vida.
¿Qué esperar tras la adaptación de los audífonos?
Aunque puede requerir algo de tiempo adaptarse a los nuevos audífonos, notarás una mejora inmediata en tu audición. Comenzarás a oír sonidos olvidados, como el silbido de la tetera, el indicador intermitente de dirección del coche, o el sonido del agua corriente. Poco a poco, tu mente se adaptará a los nuevos niveles sonoros en las diferentes situaciones de escucha.